Las mujeres del poder

Arnulfo Favila Izaguirre.

Desde la conquista de su voto en la década de los 50, la participación de la mujer en la política de México se ha ido intensificando. La historia consigna también la participación de féminas en los movimientos de independencia y revolución… Sin embargo, no es mi intención escribir de destacadas mexicanas como Griselda Álvarez, primera mujer electa gobernadora -Colima 1979-; María Lavalle, primera presidenta del Senado en 1955; Rosario Ibarra de Piedra, excepcional luchadora social. Ni tampoco es mi deseo abordar historias desastrosas y vergonzantes como Elba Esther, Rosario Robles -casi de Ahumada-, o en lo local Hilda Flores y su iniciativa del día de los chaparros, en medio de la hecatombe Nacional.

Quiero referirme a las mujeres que han sido involucradas involuntariamente en escándalos, a causa de la ambición desmedida de parientes y cónyuges. Angélica Rivera Hurtado, la actriz más poderosa del globo, en quien convergen los intereses de todos, y que ahora pretende ser el manto que cubra la podredumbre de su marido, su ex patrón y un sistema político que vive una crisis inédita en el México contemporáneo es el ejemplo más claro. La ternura de aquella “Simplemente María”, que con un “Sueño de Amor” se propuso “Alcanzar una Estrella”, hoy se le aprecia como la poseedora del firmamento completo. Y se vale; no es pecado de nadie conseguir sus propósitos y nada de malo hay en que la primera dama de México provenga de la farándula.

Lo que no tiene nombre es que los asesores del presidente mexicano pretendan lavar la cara del mandatario con la falda de “La Dueña”… de verdad, que poca madre la de los manejadores de crisis de Enrique Peña. Y no critico la intención de burlarse de la opinión pública -de esa más bien los culpables somos quienes lo permitimos-; me refiero a la falta de virilidad, primero de quien ideó semejante argucia para librar el escándalo de la ya famosa Casa Blanca al presidente.

Mira que endilgarle a la mujer la propiedad de las dos mansiones… Mira que el marido lo permita… Mira que ahora resulta que el presidente es un arrimado. ¿Qué no se pudo haber exhibido un contrato de arrendamiento a nombre del señor Peña Nieto por un monto considerable de acuerdo a los parámetros adecuados en el Distrito Federal? Y de esa manera salvar el tema de la posesión de la finca, como la de la ausencia de la misma en la declaración patrimonial.

Ahora resulta que “La Gaviota” ya no destila amor, sino impureza, descarrío, degradación y escándalo. La imagen de la actriz es llevada y traída entre el más espeso lodazal de las redes sociales. Pero eso al presidente y a sus asesores les importa poco. La mala noticia es que se ensució la falda de la señora y no se pudo lavar el rostro del hombre que iba a salvar a México.

Julia Garza Garza. No dice nada el nombre, ¿cierto?; así, en ese anonimato se elaboraban mes a mes los cheques de la tesorería municipal de Ramos Arizpe, Coahuila. La torpeza del ex alcalde Oseguera era tal, que creyó que había llegado a la presidencia municipal por los oficios y consejos de Noé Fernando Garza Flores. En esa conciencia absurda, le entregó presupuesto, programas, nómina, vehículos -¿Ya regresaría la cherokee, o de plano se la robó?-; y no contentos con el saqueo del ejemplo más claro de la desfachatez oficial y de partido. No suficiente con empachar al más inútil de los funcionarios de Moreira, ambos, seguramente a petición de Garza, involucraron a la Julia y le embarraron trescientos mil cada mes, bajo el concepto de manejo de medios de comunicación. A partir de ahora, podrá ir demostrando la chamaca su manejo en medios, pues una vez que se procese la documentación recién llegada al escritorio de este reportero, habremos de dar cuenta de cada uno de los cochupos que le invitó a Julia su propio padre.

P.D. Lo de Hilda es cierto. Ver: “Versión Sesión Ordinaria 4 de Noviembre de 2014”